El
crecimiento en la región del euro no repunta del 1%, se mantiene el
peligro de caídas en los precios y el desempleo es muy elevado. Se
trata de una situación que para muchos, con sus propias
peculiaridades, recuerda a la de Japón. Vendría muy bien que las
autoridades germanas recordasen lo que ocurre cuando se retrasan los
estímulos a la demanda.
La
economía japonesa, acaba de entrar en recesión técnica por cuarta
vez en los últimos seis años. Su producto interior bruto cayó
un 1,9% durante el segundo trimestre y un 0,4% en el tercero, una
bajada provocada en esta ocasión por la subida del IVA que
entró en vigor el pasado abril. De forma que la tercera economía
mundial observa como de nuevo la esperanza de abandonar décadas de
estancamiento está en peligro.
A
mitad de años ochenta la desregulación financiera y el exceso de
crédito en Japón dispararon la inversión especulativa en terreno y
acciones. Los inversores, animados por las bajas tasas de interés y
la facilidad para conseguir créditos, pedían cada vez más
préstamos para comprar activos inmobiliarios y financieros que
después vendían fácilmente ante la subida exponencial de los
precios.
De
forma que, una de las mayores burbujas de la historia económica
moderna, estalló tras la decisión del Banco de Japón de subir los
tipos de interés para luchar contra la inflación. Al desplome de
las bolsas y del sector inmobiliario le siguió una crisis bancaria,
el cierre del grifo del crédito y una deflación endémica que
perdura hasta nuestros días.
El
periodo de estancamiento suma, nada menos, que 20 años: según el
Banco Mundial, Japón ha crecido un 0,95% de media entre los años
1991 y 2013.
El
primer ministro Abe ha pospuesto el nuevo incremento del IVA hasta
abril de 2017, y ha convocado elecciones anticipadas para, según
explicó, “buscar el apoyo” a las abenomics,
su estrategia para reflotar la economía de Japón.
El
alza del IVA contradice la receta del primer ministro, que consta de
tres pilares: estímulo monetario, aumento del gasto fiscal y
reformas estructurales.
El
primero lleva más de un año y medio en funcionamiento con el
objetivo inicial de lograr una inflación cercana al 2% en 2015, lo
que se podría conseguir para 2016. La última inyección incrementó
la base monetaria con 80 billones de yenes anuales adicionales (unos
550.000 millones de euros).
El
segundo pilar, la política fiscal expansiva, se ha reflejado en el
aumento récord del gasto público, que se ha incrementado
significativamente durante los dos últimos años, especialmente en
seguridad social, defensa, e infraestructuras principalmente
relacionadas con la acogida de los Juegos Olímpicos de verano en
2020. Y sobre todo para hacer frente a los cada vez mayores intereses
de la deuda pública.
Si
menospreciar los anteriores, el mayor problema son las reformas
estructurales. Muchas de ellas no han sido puestas en práctica y es
difícil prever cuándo se aplicarán: incentivar el acceso a la vida
laboral de la mujer con hijos; reaccionar frente a una población
cada vez más envejecida, donde el 26% de los habitantes ya superan
los 65 años, y liberalización del comercio en contra de los
instintos proteccionistas de Japón.
Ciertamente Japón es el "aviso a navegantes"....
ResponderEliminarUn cordial saludo
Hola Mark,... saludos cordiales.
ResponderEliminar